El reloj decía que faltaban menos de cinco minutos para el final. Las piernas velezanas ya no respondían. El aire escaseaba. El equipo parecía pedir un cambio, un refresco en ataque. Pero mientras los suplentes trotaban y trotaban a un costado del banco, el entrenador Gustavo Quinteros miraba hacia adelante. Nunca al costado. Como si confiara en los nombres de siempre, en los que lo habían llevado hasta ahí. Y así, con la fórmula que resume a Vélez, llegó el tanto que desniveló el partido. Claudio Aquino manejó los tiempos y abrió para Thiago Fernández, que encaró y mandó el centro: Braian Romero cabeceó como dice el manual del número 9. Y el Fortín se impuso a Racing, se recuperó del 0-3 a manos de Central en Rosario y, desde el liderazgo en la Liga Profesional, mantuvo a raya a los que amenazaban aprovechar un lapso de debilidad.
El horario tempranero. El pasto perfecto. Más de 30.000 personas en las tribunas de uno de los estadios más lindos del fútbol argentino. Un sábado primaveral. El puntero se enfrentaba con uno de los equipos que tenían intención de pelearle el torneo. El marco se acercaba al ideal. Y el partido estuvo a la altura, aunque durante el segundo tiempo lo dominaron los nervios.
Vélez aceptó la ropa de protagonista principal, más allá de que el rival de turno haya sido Racing. En las campañas de equipos campeones se suele decir que el partido más difícil, el que marca, es el siguiente al primer tropiezo. El Fortín venía de esa caída en el Gigante de Arroyito, del martes. Con apenas cuatro días de recuperación, salió a jugar con ganas de ser campeón y el empuje de sus hinchas, que le regalaron un recibimiento espectacular. A los dos minutos ya había puesto a prueba a Gabriel Arias en dos ocasiones.
Y cuando parecía que el cero no iba a moverse en ninguno de los dos arcos apareció esa jugada. La de siempre, en la que cada una de las piezas importantes de este equipo líder hizo lo que tiene que hacer. Con ese cabezazo de pique al suelo de Romero se desató la fiesta en un José Amalfitani que se vistió como en sus mejores tardes noventosas.
Con dos entrenadores de un perfil jugadorista, que se juegan más por los nombres que por la táctica, salió un partido abierto. De un lado, Francisco Pizzini, Aquino, Fernández y Romero. Del otro, Agustín Almendra, Juan Fernando Quintero, Roger Martínez y Adrián Martínez. Cada ataque sonaba como una amenaza. Sobre todo para el local, que tuvo facilidad para llegar hasta las narices de Arias pero no estuvo fino en el área chica, salvo por ese cabezazo postrero de Romero. Por el lado de la Academia, el arco de Tomás Marchiori parecía quedar lejos. Sólo con tres tiros libres de Quintero generó algo de peligro, más allá de que el 4-4-2 por el que apostó Costas en la segunda mitad parecía haberlo acomodado en la cancha.
La excursión de Racing a Liniers resultó accidentada desde el inicio. El saque del medio fue un indicio. El balón llegó a Santiago Quirós para que éste enviara un pelotazo largo. Salió casi al ras del césped. Y en esa primera jugada Vélez ya tuvo su primer tiro de esquina. Una escena que resultó premonitoria. Costas estuvo obligado a cambiar a su zaga. A los 6 minutos, el propio Quirós pidió el cambio después de un choque con Romero. Sobre el final de la mitad inicial salió lesionado Marco Di Césare, con una molestia muscular. Y cerca del final del juego llegó la última cachetada. La derrota ya deja a la Academia fuera del torneo, con la Copa Sudamericana como única oportunidad en estos meses finales del año.
Compacto de Vélez 1 vs. Racing 0
Cuando parecía que, por recambio y por necesidad, el partido empezaba a tornarse blanco y celeste llegó el gol del Fortín, que se gritó como lo que parece que es: un tanto de favorito. En el momento exacto. Del partido y del campeonato. Cuando el reloj se acercaba a la marca de 90 minutos, justo antes de la pausa por eliminatorias, justo después del tropiezo en Rosario. Ahora, en el horizonte del puntero aparece River en el Monumental, pero para eso faltan dos semanas.
Ahora, en Liniers, era momento de festejo. Y de descanso. No era como para menos. Como local, el equipo acumula siete triunfos y un empate. “De Villa Luro salió el nuevo campeón”, se animaron a cantar los hinchas en el Amalfitani. Desde febrero éste es un terreno casi inexpugnable: a Vélez le hicieron un solo gol en once partidos, ocho de este campeonato y tres de la Copa de la Liga (en cuya final Estudiantes necesitó los penales para vencerlo). Además de ese tridente de ataque, Emanuel Mammana y Valentín Gómez son fundamentales para definir a este equipo que lidera sin signos de claudicación más que el tropezón en Arroyito.