“Se necesitaba un presidente como Milei“. La frase se escucha a menudo en diferentes ámbitos sociales. Detrás de esas palabras se esconde una suerte de impotencia. Es decir, con los políticos convencionales no se puede.
¿Qué es lo que no se puede? ¿Terminar con la pobreza? ¿Con la corrupción? ¿Con las frustraciones personales? ¿Y para terminar con todo eso, o con algo de eso, vale todo? ¿Y las formas no importan?
La mayoría de la sociedad votó a Javier Milei porque lo consideró la mejor opción. Tampoco hay dudas de que los modos del presidente enamoran a muchos y enfurecen a otros.
El miércoles falleció el expresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Héctor Méndez. El empresario que se encontraba internado en el Sanatorio Otamendi sufrió un paro cardíaco. Tenía 84 años.
Nacido el 9 de marzo de 1940, Méndez fue la cabeza de la UIA durante el kirchnerismo. Presidió la central gremial empresaria en tres oportunidades y siempre coincidió con Cristina o Néstor sentados en el sillón de Rivadavia. Además, fue uno de los pocos presidentes de la UIA que estaba al mando de una industria. De hecho, fue dueño de Conarsa, la empresa que fabrica contenedores plásticos de basura. También fue dueño de la autopartista sanjuanina Delphi Packard Argentina SA, compañía que pasó por varias manos (entre ellas de las de un fondo buitre) y terminó su periplo en 2018 con una quiebra y varios juicios, donde sobresalió el de la retención indebida de aportes a los empleados.
Méndez, que también presidió la Cámara Argentina de la Industria Plástica, tenía rivales, juicios, pero no tenía enemigos, al menos públicos. Convivió con el kirchnerismo siendo un votante confeso de Cambiemos y también criticó a Macri y a su gobierno porque lo defraudó.
En un reportaje en Letra P en 2018, le preguntaban a Méndez como industrial y crítico del kirchnerismo, cómo le iba con Macri.
“Mal. Mirá… ese que se vayan todos, sigue vigente. Yo esperaba más y se los dije. Si vos vas a ser gobierno tenés que saber que asumís una responsabilidad y no podés desconocer lo que hay abajo de la superficie. Yo les dije que iban a encontrar bombas de tiempo por todos lados, que iban a levantar y les iban a explotar en la cara. Lo primero que tenés que hacer es prepararte para eso, no te puede sorprender”, respondía.
Ese transitar de decir lo que pensaba sin ofender, marcó su vida en la gremial empresaria. También supo salir airoso en las sangrientas internas de la UIA. O de quedarse, sin recibir una sola crítica, con la Testarossa más famosa de la Argentina, la Ferrari que un político italiano le obsequió al expresidente Carlos Menem y que luego la Justicia mandó a subastar.