M. caminaba rápido. Estaba apurada y ansiosa por volver a su casa y ver a su hijo, de cinco meses. Mientras se acercaba al edificio, buscaba en su cartera las llaves. No advirtió que el hombre que había pasado al lado suyo volvió sobre sus pasos. Cuando intentó cerrar la puerta ya era tarde. El desconocido le mostró un arma que llevaba debajo del chaleco e ingresó. La obligó subir hasta su departamento. Era el comienzo de una pesadilla para ella, su pareja y su suegra. El delincuente exigía que le entregaran dólares y hasta amenazó con secuestrar al bebé. Las víctimas fueron maniatadas con precintos, pero ante un descuido del delincuente, lograron golpearlo y reducirlo hasta que llegó la policía. Ahora temen que cuando recupere la libertad vuelva para vengarse.
Todo ocurrió en Blanco Encalada al 3300, en Belgrano. “Cuando quise cerrar la puerta había una persona que me miraba fijo y me mostró un arma. Quise darle la cartera para que se vaya, pero me dijo ´quiero los dólares que tenes en tu casa’”, recordó M., de 36 años, a LA NACION.
Eran las 21.26 del viernes pasado. La secuencia de cómo comenzó todo quedó filmada por una cámara de seguridad instalada en cercanías de edificio donde vive la víctima.
“Me pareció que no conocía el edificio”, dijo M.; como el inmueble no tiene ascensor, subieron los tres pisos por escalera. En todo momento el ladrón amenazaba con el arma a la víctima.
Lo primero que dijo M. cuando abrió la puerta de su departamento fue “perdón”. Estaban su pareja, de 42 años, su suegra, de 67, y el bebé.
“Nos obligó a tirarnos al piso. En un momento llegó a apuntarle al bebé”, sostuvo M.; “Quiero la plata, quiero los dólares”, repetía el ladrón. Las víctimas le trataron de explicar que no tenían dinero, que se llevara las computadoras, los teléfonos y otros objetos de valor. Pero el delincuente solo quería dólares.
M. y su familia pensaron que todo iba a terminar de la peor manera. Se imaginaron que como no tenían dólares, el ladrón iba a matar a todos. “Me llevo al bebé y lo secuestro”, amenazó el delincuente,
En un momento, después de maniatar a todos con precintos, el asaltante llevó a la suegra y al novio de M. al baño. Al bebé lo dejaron en la cuna y a ella la llevó a la habitación. “Dame los dólares o te violo”, le espetó, para después volver al baño.
En ese momento, el novio de M., después de darse cuenta de que le había puesto mal los precintos, alcanzó a pegarle una piña. El ladrón no se lo esperaba.
“Mi pareja, cuando se dio cuenta de que tenía mal puestos los precintos y que el ladrón le dio la espalda, pensó ‘es ahora o nunca´ y le pegó. Después le empezamos a pegar todos. Uno saca fuerza de donde menos se lo imagina. Yo le pegaba patadas en la mano donde tenía el arma”, afirmó M; ella y su novio practican Crossfit.
En un momento, según M., el arma se disparó. Ella la agarró y la tiró. Corrió con su bebé y gritó: “¡Ayuda, ayuda. Hay un ladrón!”. Poco después, unos vecinos ayudaron a reducir al delincuente hasta que llegó personal de la Comisaría Vecinal 13C de la Policía de la Ciudad.
“Cuando llegaron los uniformados encontraron al delincuente ya reducido”, confirmaron fuentes policiales.
El ladrón quedó detenido a disposición del juez en lo criminal y correccional porteño Osvaldo Rappa.
“Yo pensé que nos iba a matar. Pero uno en ese momento saca fuerzas de donde uno puede. El ladrón en un momento gritaba ‘no me peguen más, no me peguen más´”, recordó la víctima. También contó que el personal policial dijo que el arma que tenía el ladrón era una pistola de aire comprimido.
M., cuya identidad no se publica por pedido de la víctima, contó que después de la pesadilla que sufrió se enteró de otros robos en el barrio.
“Nos gustaría tener custodia policial porque no sabemos si, una vez que recupere la libertad, el ladrón quiera volver para vengarse”, sostuvo la vecina de Belgrano. Espera que en las próximas horas la llamen desde el juzgado para tomarle declaración testimonial.