Hernán Coronel es un músico argentino reconocido como el líder de la banda de cumbia villera Mala Fama. Desde sus inicios, se destacó por su estilo único, caracterizado por su tono vocal particular y una actitud desenfadada en el escenario, donde solía presentarse con un cigarrillo en la mano, un vaso de cerveza y su característico uso exagerado de la “R” al cantar.

Mala Fama alcanzó el éxito en el año 2000 con el lanzamiento de su primer álbum Ritmo y sustancia. Las letras humorísticas y el estilo irreverente de Coronel se convirtieron en el sello distintivo de la banda, posicionándose como una de las referentes de la cumbia villera en Argentina. Su voz inconfundible y sus frases icónicas lo transformaron en una figura singular dentro del género, cautivando a una amplia audiencia.

A pesar de una baja en la popularidad del estilo, la banda se mantuvo activa y en 2010 celebró sus 10 años en la música con un espectáculo especial en Buenos Aires. Durante ese tiempo, Hernán empezó a utilizar las redes sociales para conectarse con sus seguidores, compartiendo nuevos temas, giras y colaboraciones con otros artistas. En 2019, protagonizó el reality show Mala Fameros, basado en las giras y la vida de la banda.

Actualmente, prepara el lanzamiento de su último disco. Se trata de LSM, La sagrada musiquera, que contará con 14 canciones. “Grabé con Joaquín Levinton, cantante de Turf, con los músicos del Indio de Los Fundamentalistas y con un montón más”, adelantó el artista.

Hernán Coronel, cantante de Mala Fama: por qué le molesta el dinero, a quiénes busca ayudar y cuál es su visión sobre el futuro

Camila: — ¿En qué momento de tu vida te encontrás?

Hernán: — Va queriendo. Me preguntan mucho si está todo bien y yo les respondo que no siempre va a estar todo del todo bien. Lo que sí puedo decir es que por suerte o gracias a la vida o a lo que sea la familia está bien, que es lo fundamental para mí.

Camila: — Sos padre de cuatro. ¿A qué edad tuviste tu primer hijo? ¿Cómo llevas la paternidad?

Hernán: — A los 18 años. El otro día le contaba a una amiga que va a ser madre por primera vez, que es cantante también y tocamos en La Plata. Le explicaba que cuando tenga a su hija en brazos al rato, no a los meses, al rato va a llegar un momento en el que va a sentir que esa niña es una extensión de tu vida.

Camila: — ¿Pudiste combinar bien la vida profesional con la paternidad?

Hernán: — Siempre de chiquitos los llevaba a mis hijos, tengo un solo hijo varón que se me fue con los traperos y estrenaron video, pero siempre los llevé para todos lados. Obviamente, no los tenía en un baile a las 3 de la mañana…

Camila: — ¿Tu familia cómo era? ¿Cómo era tu casa cuando eras chico?

Hernán: — Era una familia tipo de ese momento: un padre trabajando todo el día y una madre ocupándose de cuidar la casa. Éramos seis hermanos: cuatro varones y dos mujeres.

Camila: — ¿Tuviste una infancia feliz? ¿Tus padres estuvieron presentes?

Hernán: — Sí, no hubo un solo día que no estuvieran.

Camila: — ¿Cómo tomaron tu decisión de dedicarte a la música? ¿Confiaron en vos?

Hernán: — No sé si fue una decisión. La música está en todo, siempre estuvo. Desde los cuatro años que canto e invento canciones. Fui futbolista, jugué al tenis, hice de todo en los deportes, hasta que un día a los 18 años escribía canciones y me empezaron a decir que estaban buenas y me dediqué a eso. Hubo un día que en mi mente dije: “Ya está”. Empecé a escribir con lápiz negro, a tocar con una guitarra toda desafinada y no paré más.

La plata

Camila: — ¿Te imaginabas todo lo que podía llegar a pasar con la música?

Hernán: — No, nunca lo hice buscando un objetivo y por fama, mucho menos.

Camila: — Y cuando llegó el dinero y la fama, ¿estuviste agradecido? ¿Te gustó?

Hernán: — La fama no me llegó. Para mí la fama es puro cuento y cuando llega la plata la reparto con toda la gente que se lo merece. Obvio que llevo a mi casa para mis hijas, para mis nietas, para mi familia y después no esquivo las posibilidades y las oportunidades de ayudar a otros. No es por hacerme el que soy re bueno. Ayudo a las personas que más pueda, lo comparto.

Camila: — ¿Tu familia no te dice: “¿Por qué no invertís en un nuevo disco o en la casa?”

Hernán: — No porque ya saben cómo soy. Estoy libre de juego, de mujeres, no compro bijouterie, no compro oro, no me gusta tener riqueza, no gasto plata en un buen auto. Saben que lo único que hago con la plata es ayudar a la gente que más se lo merece, a la gente humilde, a mis padres, que los ayudé toda la vida, a todos mis hermanos, mis amigos, a toda la gente que me crucé en el camino que se merece eso y mucho más. Para eso estoy.

Camila: — Generalmente, cuando sos chico te enseñan a ahorrar y cuando creces vas teniendo ese sueño de la casa propia, ¿vos estás despojado de esa idea?

Hernán: — Me molesta la plata, me molesta. Llego de gira y antes de dormirme, empiezo a pensar en quién la necesita, a quién dársela… Ahora que es más fácil mandar transferencia desde el celular y la destrozo al toque. Pero me quedo con esa sensación hermosa de que a mi hermano no le falta nada, de que tal amigo tiene un problema y no le falta nada, al muchachito de enfrente no le falta nada, a mis hijas no les falta nada.

Camila: — ¿Trabajas para el resto?

Hernán: — Sí, más vale. Yo solo me compro un poco de ropita para el escenario o instrumentos musicales me gusta comprar: guitarras, teclados.

Camila: — ¿No te da miedo algún día no poder pagar algo que necesites?

Hernán: — Me da miedo estar vivo mucho tiempo (risas). La vida es una farsa, te castiga desde que te levantas. Te lavas los dientes y si no te lavas se te caen para siempre; somos todos operarios, esclavos de un horario. No me da miedo ni a palos el futuro, ya estamos en el futuro para mí. A veces cuando estoy pobre estoy más contento. No me preocupo por nada del futuro. Nunca invertí nada. Canto hace 26 años y he hecho hasta 12 recitales por fin de semana. En el tiempo que estaba cantando demasiado, yo podía comprar un auto cero kilómetro por fin de semana y nunca me compré un auto 0km. No es por alardear ni por hacerme el bueno. No estoy apegado a las cosas materiales.

Camila: — ¿Casa propia no tenés?

Hernán: — No

Camila: — ¿Alquilas?

Hernán: — Sí porque si yo me compro una casa, se la compro a uno que murió y después me muero yo y la agarra el otro y el otro y así…

Camila: — ¿Cómo lo ven eso tus hijos, tus nietos?

Hernán: — No, a ellos les doy todo. Tienen todo, en demasía. Pero también soy bien padrazo y les explico que las cosas hay que cuidarlas. Si les compro una caja de chocolates no se las doy toda para que se la coman y les duela la panza. Les explico todo y con mucha paciencia. Soy de otra época.

“La vida es una farsa que te castiga desde que te levantás”, expresó el cantante. (Candela Teicheira)

La Cava

Camila: — ¿Disfrutas tu vida al máximo?

Hernán: — No, la re sufro porque todo el tiempo estoy pensando en la gente, preocupado por mi gente, por mi familia. La disfruto cuando subo al escenario, eso lo disfruto muchísimo, cuando escucho música, cuando estoy en el estudio de grabación.

Camila: — ¿Por qué vivís tan preocupado por tu gente?

Hernán: — Me pasó que a mi hijo una vez casi me lo matan en ocasión de robo, casi muere, y yo no tendría la capacidad de seguir viviendo si a él le pasa algo. Hay gente que sí tiene esa capacidad, pero yo no. Por eso siempre me preocupo y le digo: “No dejes de tener presente que en tus manos está la vida de tu madre, la mía y la de toda la gente que te ama”. Por eso vivo preocupado.

Camila: — ¿Qué es lo peor de la pobreza?

Hernán: — Lo peor es no darle para comer a sus hijos, tener frío, el hambre. Yo vivo en el partido de San Isidro. Está la villa más grande de Sudamérica y en frente el country donde viven los millonarios de Sudamérica. Hay un paredón: de un lado está el country y del otro lado hay mucha gente con necesidad y bien pobre. ¿Cuánto los separa? 20 metros. La callecita nada más.

Camila: — ¿Qué es lo peor de ese paredón que los separa?

Hernán: — La desigualdad de que tranquilamente los que están del lado de los platudos podrían ayudar a los que están del otro lado y no los ayudan. ¿Se puede dormir tranquilo si sabés que a 20 metros hay una niña o un niño sufriendo? Chicos que están comiendo harina con agua, se hacen una tortillita y tienen que aguantar la bronca. Yo no podría, pero a ellos no les importa.

Camila: — ¿Te gustaría incursionar en política? Porque te gusta ayudar al otro, te involucras en estos temas sociales. ¿Nunca lo pensaste?

Hernán: — Sé que podría hacer más que nadie, pero no lo puedo hacer.

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Por Prensa Pura Digital

DIARIO DE VILLA LA ANGOSTURA Y REGIÓN DE LOS LAGOS. NEUQUÉN.