En el corazón del barrio porteño de Flores se esconden unos misteriosos y antiguos túneles secretos que capturaron la curiosidad de los historiadores y residentes.
Estos túneles, de los que poco se sabe, pero mucho se especula, ofrecen un fascinante vistazo a un pasado enigmático. ¿Dónde quedan exactamente y para qué se usaban?
¿Para qué se utilizaban los túneles de Flores?
Los túneles secretos de Flores siguen siendo un enigma, especialmente cuando se trata de su función original. Aunque su acceso es limitado y su investigación resulta complicada, se han propuesto dos teorías principales sobre su uso.
Una de las teorías sugiere que los túneles cumplían una función estratégica en tiempos de conflicto. Se cree que estos pasadizos permitían escapar de los ataques de malones y ofrecían un acceso seguro a la Basílica de Flores ubicada en la Avenida Rivadavia, sirviendo como refugio para quienes lo necesitaban. Según esta teoría, existía un “túnel principal” que conectaba con la iglesia y se ramificaba en varias direcciones.
La otra teoría propone que los túneles eran utilizados por los propietarios de las mansiones cercanas para moverse discretamente por el barrio, evitando el contacto con la sociedad local. Dado que muchos de estos propietarios eran extranjeros adinerados, los túneles les ofrecían una forma de preservar su privacidad y evitar la exposición pública.
Así, estos misteriosos pasadizos siguen despertando la curiosidad y el interés por desentrañar su verdadero propósito en el importante barrio de Buenos Aires.
¿Dónde quedaban los túneles secretos de Flores?
Uno de los puntos más destacados de los túneles secretos se encuentra en el pasaje La Porteña 54, donde actualmente funciona la reconocida escuela Fernando Fader desde 1927, a metros de la Avenida Rivadavia.
No obstante, el edificio que alberga a la escuela data de varias décadas anteriores y es testigo de una rica historia que se refleja en sus antiguos pasillos.