En el libro El emperador de todos los males, una biografía del cáncer, el profesor de Medicina de la Universidad de Columbia (Nueva York) Siddhartha Mukherjee narra la crónica del cáncer desde su primer diagnóstico como tal hasta los modernos tratamientos. Entre estos tratamientos no se encuentran las pseudoterapias con las que la modelo australiana Elle Macpherson decidió tratar su cáncer de mama tras someterse a una tumorectomía, como ella misma ha revelado en su reciente autobiografía.
Y no encontramos estas terapias por una sencilla razón: no siguen los exigentes parámetros científicos necesarios para aprobar los tratamientos que sí han mostrado éxito y que han mejorado la lucha contra el cáncer, como la quimioterapia o la radioterapia.
¿Cáncer o diferentes cánceres?
Para entender qué es el cáncer o los cánceres debemos comprender qué provoca que las células dejen de hacer sus funciones y comiencen a proliferar sin control.
El origen del cáncer es múltiple, igual que los diferentes tipos que existen dependiendo del tipo de célula que perdió el control. En suma, se produce por diferentes factores que generan mutaciones en genes clave, las cuales dan lugar a proteínas que controlan las señales de crecimiento. Esos desencadenantes pueden ser físicos (rayos X, gamma, UV), químicos (cientos de sustancias que generan mutaciones), biológicos (esencialmente virus o errores en la copia del material genético antes de la división celular) e incluso fisiológicos (cambios hormonales).
Entre un tumor y un cáncer solo hay un paso: el que se produce cuando las células cancerosas salen de donde se han generado y migran a otros órganos. Este paso es muy importante porque supone un cambio importante en la capacidad de las células cancerosas y, a su vez, un gran problema a la hora de eliminarlas. A este cambio lo conocemos como metástasis.
Es decir, hablamos de diferentes células que entran en un proceso de proliferación descontrolada debida a diferentes factores y que se comportan de diferente manera dependiendo del tipo de célula que se haya visto afectada. Por eso nos referimos a distintos tipos de cáncer, con un tratamiento específico dependiendo de la fase en la que se encuentre.
El cáncer de Elle Macpherson
A sus 60 años, Elle Macpherson ha publicado unas memorias en las que narra que hace siete años se le diagnosticó un cáncer de mama. Tras consultar 32 médicos y meditar y rezar en las playas de Miami, decidió, según ella, no seguir el consejo de atacar al cáncer con quimioterapia para usar, en su lugar, un “enfoque intuitivo, holístico y guiado por el corazón”.
Supongo que eso mismo pensaron Olivia Newton-John, antes de morir de cáncer de mama en 2022; o Steve Jobs, antes de que un cáncer de páncreas acabara con su vida, o la actriz china Xy Ting antes de fallecer de linfoma. Todos ellos y otros muchos rechazaron el tratamiento convencional.
Las células cancerosas no piensan, no meditan y no “enfocan su existencia”, sino que crecen, metabolizan, siguen creciendo e invaden otros tejidos. Y si les mantenemos las condiciones biológicas adecuadas, ellas seguirán su descontrolado programa de crecimiento e invasión.
Nacimiento de la quimioterapia
Hasta los años 40 del siglo XX, ser diagnosticado de un cáncer como una leucemia linfoblástica aguda era una sentencia de muerte. Sin embargo, Sidney Farber, un joven pediatra clínico, descubrió que las células leucémicas necesitaban de ácido fólico para proliferar. Acertadamente, Farber pensó que si se usaba un compuesto que bloqueara este ácido –un antagonista–, podríamos hacerle la vida menos fácil a estas células y aumentar una perspectiva de vida que se reducía a solo unas semanas.
Así nació la quimioterapia, con la aminopterina, un antagonista del ácido fólico que consiguió una remisión temporal del citado cáncer en niños.
A partir de entonces se han desarrollado cientos de compuestos, junto con radiaciones y actualmente inmunoterapias, para eliminar las células cancerosas o bloquearlas para que no puedan proliferar. Gracias a eso, tener un cáncer no es necesariamente una sentencia de muerte.
¿Qué es la medicina integrativa?
Según las clínicas que la ejercen, la medicina integrativa es una rama que combina la medicina convencional con la natural para dar una respuesta general a nuestros padecimientos. Dicho así suena muy bien, y más teniendo en cuenta que muchas de nuestras dolencias, especialmente las crónicas, se deben a malos hábitos nutricionales y de vida en general.
De eso no tenemos duda: muchos estudios científicos avalan al ejercicio, la nutrición y las costumbres saludables como factores que previenen muchas de estas enfermedades, incluyendo el cáncer de mama.
Pero ¿podríamos aplicar este tipo de medicina al tratamiento del cáncer? La respuesta es no. Los estudios con base científica coinciden en que este tipo de medicina no sustituye a los tratamientos convencionales. Y esto es así porque una vez comenzado el proceso tumoral, los hábitos de vida poco o nada pueden hacer para eliminar a las células descontroladas.
Eso sí, terapias de medicina integrativa como la meditación, cierto tipo de ejercicio, el yoga, los masajes, una mejor nutrición y, en general, una vida menos estresada ayudan mucho a que la quimioterapia y el sistema inmunitario cumplan con su papel y eliminen las células cancerosas con menos efectos secundarios. De eso sí hay estudios científicos que lo avalan.
No se dejen llevar por la decisión de los famosos
Vivimos en un momento histórico en el que disponemos de miles de fuentes diferentes de información, pero eso no significa necesariamente que tomemos las mejores decisiones. Elle Macpherson ha dicho que decidió no someterse a quimioterapia pese a que 32 médicos le indicaron que era lo más adecuado para su cáncer de mama. Espero que no se tenga que arrepentir.
Debemos tener en cuenta que las pseudoterapias se basan en una minúscula parte de ciencia y un enorme porcentaje de miedo y desinformación. Esa desinformación es peor si proviene de personas famosas a las que sigue mucha gente.
La ciencia ha reconocido que los tratamientos propuestos por algunas de estas pseudoterapias pueden ser complementarios y positivos porque ayudan a afrontar el cáncer. Reconocido este papel, no olviden que nunca se ha realizado un ensayo clínico para comprobar su eficacia por sí mismos, posiblemente porque nadie sobreviviría. Sigan las recomendaciones de su médico y así tendrán una oportunidad.