Mientras en Estados Unidos las máquinas dan sus primeros pasos para levantar una cosecha que se prevé récord, con un volumen proyectado por el Departamento de Agricultura estadounidense (USDA, por sus siglas en inglés) en 124,90 millones de toneladas, en Brasil van preparando los lotes para la nueva siembra que, según se vayan dando las lluvias, debería cobrar fluidez durante la segunda quincena del presente mes.
En el análisis de los estimadores privados, la caída de los márgenes, por precios internacionales que se mantienen en el nivel más bajo en casi cuatro años, al oscilar de 350 a 365 dólares por tonelada en la Bolsa de Chicago, afectará la intención de siembra. La superficie con soja volverá a crecer, aunque lo hará a una tasa menor a la de los años precedentes, advierten los especialistas que, sin embargo, auguran que la campaña 2024/2025 dejará una cosecha récord en el principal productor y exportador mundial de la oleaginosa.
“Para la nueva campaña estimamos el área sembrada con soja en Brasil en 47,33 millones de hectáreas, lo que implicaría un crecimiento del 1,9% en la comparación con los 46,45 millones que calculamos en el ciclo anterior. En tanto que la cosecha la proyectamos en 171,54 millones de toneladas, un volumen récord que superaría en un 13,2% los 151,55 millones 2023/2024″, dijo a LA NACION Luiz Fernando Gutiérrez Roque, de la consultora brasileña Safras & Mercado.
Agregó que el impacto de los precios más bajos y de márgenes más estrechos se ve reflejado en un menor crecimiento de la intención de siembra en la comparación con campañas anteriores. “En los últimos años la superficie brasileña vino creciendo a un promedio próximo al 5%. Este año deberíamos ver un crecimiento más modesto”, reconoció.
Daniele Siqueira, analista de la firma AgRural, contó a LA NACION que la primera estimación de siembra que manejan para la nueva campaña de soja en Brasil augura un aumento del 0,9%, con una superficie cubierta de 46,40 millones de hectáreas. “Esta área, combinada con la línea de tendencia de productividad, da como resultado una producción potencial de 168 millones de toneladas”, añadió.
Vale destacar que, a diferencia de Safras & Mercado, que hace la comparación con datos propios de la campaña anterior, AgRural toma como referencia para sus proyecciones los datos oficiales 2023/2024 de la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), que estimó la superficie sembrada con soja en 46,03 millones de hectáreas y la producción, en 147,38 millones de toneladas, un volumen inferior a la vigente mayor cosecha histórica, de 154,61 millones de toneladas, lograda en la temporada agrícola 2022/2023.
“El crecimiento esperado para el área sembrada es mucho menor que el 4,3% promedio de los últimos 10 años debido a los menores precios de la soja. Sin embargo, la razón por la que pese a la debilidad de las cotizaciones la superficie con soja vuelve a crecer está en la expectativa de ver una recuperación en la productividad de las plantas, luego de las pérdidas registradas en varios Estados en la cosecha 2023/2024. Esto es lo que mantiene, por mayor volumen, la chance de obtener rentabilidad en relación con la última campaña”, explicó Siqueira.
En opinión de Vlamir Brandalizze, de Brandalizze Consulting, un factor que está amortiguando en Brasil la depresión internacional de los precios de la soja es la devaluación del real. “En estos momentos tenemos el dólar en fuerte alza y premios muy positivos para los precios internos. Con esto, las cotizaciones que resultan en reales les sirven a los productores para cubrir costos y para dejar algo de margen positivo”, dijo a LA NACION el analista, que augura una superficie para la oleaginosa de entre 47 y 48 millones de hectáreas y la cosecha, dentro de un rango de 160 a 170 millones de toneladas. Actualmente la relación entre las monedas refleja una paridad de 5,62 reales por dólar, contra los 5,07 vigentes a principios de mayo último.
Agregó que la devaluación del real, que hace más competitivas a las materias primas brasileñas, “no solo está impulsando las exportaciones, que se mantienen en niveles récord, sino que también está apuntalando la decisión del productor de sembrar más”.
Para la consultora StoneX Brasil, la campaña 2024/2025 de soja cubrirá 46,50 millones de hectáreas y dará lugar a una cosecha de 164,04 millones de toneladas. Según explicó Ana Luiza Lodi, analista de la firma, la mayor producción se daría gracias a una recuperación de la productividad tras los problemas climáticos de la pasada campaña. “Para alcanzar este potencial, el clima debe permanecer dentro de los límites normales”, reflexionó. Y añadió que actualmente prevalece un patrón seco en gran parte de las regiones productoras, con pronósticos que indican lluvias muy localizadas durante las próximas dos semanas.
El jueves pasado, la empresa exportadora china Cofco también advirtió que el crecimiento del área sembrada con soja en Brasil tendrá la tasa más baja de los últimos diez años, pero mantuvo la expectativa de una nueva cosecha récord. Así se lo contó a la agencia Reuters Luiz Noto, director de Granos y Oleaginosas de la firma, que proyectó la superficie cubierta con la oleaginosa “cerca de los 47 millones de hectáreas” y la producción, “en torno de los 168 millones de toneladas”.
Para cerrar la danza de números, cabe tener en cuenta que el USDA, que viene marcando importantes diferencias con las cifras de la Conab, calculó para la campaña 2024/2025 en Brasil una cosecha de soja de 169 millones de toneladas, una marca superior a los 153 millones 2023/2025 y a los 162 millones asignados al ciclo 2022/2023. La Conab aún no publicó sus proyecciones para la nueva temporada agrícola.
La atención sobre la evolución del clima
“La perspectiva meteorológica indica que iríamos hacia un evento Niña de baja intensidad. Los mapas marcan la probabilidad de algún retraso en la llegada de las lluvias al centro del país en septiembre, lo que podría demorar el inicio de los trabajos de siembra en Paraná y en Mato Grosso, pero una vez pasado ese período deberíamos tener mayor regularidad en los aportes de humedad”, destacó Gutiérrez Roque.
Agregó que de momento los mapas climáticos no apuntan a problemas importantes durante los períodos críticos de los cultivos, “lo que nos lleva a pensar que Brasil tendrá una gran producción. Pero, por supuesto, habrá que vigilar la situación meteorológica entre septiembre y enero para confirmar o no esas buenas expectativas”.
Algo más preocupada por la evolución climática en Brasil, Siqueira explicó que la región está en plena transición desde un evento Niño que pasa a ser neutral a una Niña débil durante la definición de la cosecha, entre finales de 2024 y principios de 2025. “Los años Niña suelen ser malos para la productividad en el tres Estados del sur de Brasil –Santa Catarina, Paraná y Rio Grande do Sul– y en el sur de Mato Grosso do Sul, ya que el fenómeno puede incrementar los períodos cálidos y secos. Esto hace que muchos productores se sientan inseguros. Pero estos eventuales perjuicios no son una regla escrita en piedra, de manera que no hay certezas”, señaló.
La especialista en el mercado agrícola reconoció que actualmente la mayor preocupación está en la dinámica que tendrá la siembra tras un invierno muy seco y caluroso. “Los mapas de pronósticos muestran que las precipitaciones en septiembre seguirán siendo inferiores a la media, lo que podría dificultar el inicio de las labores. Será importante monitorear lo que se vaya pronosticando para octubre, que es un mes muy importante para la soja. Pero para especular con eso aún es pronto”, reconoció.
Precios en tiempos de sobreoferta
Con los precios de la soja deprimidos en Chicago hasta niveles de septiembre/octubre de 2020 y en el inicio de la recolección de un volumen récord en Estados Unidos, lo que pueda suceder con las cotizaciones de la oleaginosa en el futuro inmediato es motivo de preocupación para los productores. Y, en ese sentido, los augurios no resultan los más halagüeños.
“Para el corto/mediano plazo, hasta marzo de 2025, las perspectivas siguen siendo negativas. Si Sudamérica recoge una cosecha completa, con 171 millones de toneladas en Brasil y 55 millones de toneladas en la Argentina, estaremos hablando de una producción regional 25 millones de toneladas superior a la del ciclo 2023/2024. Sumando a esto, con la cosecha récord de Estados Unidos, la sobreoferta será de entre 30 y 35 millones de toneladas. No hay demanda para absorber todo este aumento de la oferta”, destacó Gutiérrez Roque. Frente a ese panorama, el analista explicó que, de confirmarse una cosecha completa en Sudamérica, “deberíamos ver el valor de la soja en Chicago en un rango de 320 a 330 dólares por tonelada”.
Y en cuanto a marzo como mes límite para la debilidad del mercado, Gutiérrez Roque dijo que, si todo lo antedicho se cumple, “a partir de abril podríamos empezar a ver un cambio en este escenario. Con precios y márgenes tan bajos, el productor estadounidense reduciría significativamente su superficie con soja para el ciclo 2025/2026, lo que achicaría el potencial productivo de Estados Unidos, aportando cierto apoyo a los precios. Lo mismo podría pasar con Sudamérica en la segunda mitad de 2025 si el escenario de precios y márgenes se mantiene tan ajustado. Recién entonces podríamos ver el inicio de una reversión de este ciclo negativo que vivimos desde la temporada 2022/2023″, auguró.
En la misma línea de análisis, Siqueira explicó que si los rendimientos son buenos y la producción brasileña se acerca a los 170 millones de toneladas. “No habrá demanda para tanta soja. Éste es el gran riesgo para Brasil en la cosecha 2024/2025″. Ese escenario extremo podría evitarse, según la analista, “si China le dejara de comprar soja a Estados Unidos e importara solo desde Brasil, lo cual es poco probable, a menos que haya una guerra comercial muy severa entre Estados Unidos y China en 2025″.
Para contrarrestar ese exceso de oferta de grano, Siqueira consideró que Brasil necesitará aumentar exportaciones a otros destinos –además de a China– e incrementar la molienda para elevar sus ventas de harina y de aceite. Otra opción sería incrementar la producción de biodiésel y la mezcla obligatoria, pero para ello la especialista consideró que la industria debería negociar mucho con el gobierno. “Usualmente para determinar los porcentajes de corte no se usa como referencia el tamaño de la oferta de la materia prima. Y ese debería ser ahora el argumento de las fábricas para pedir elevar el corte obligatorio con biodiésel”, destacó.
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En opinión de Brandalizze, el mercado internacional de la soja tiene todo para seguir “tranquilo y con chances de caídas adicionales por la entrada en el circuito comercial de la cosecha estadounidense, que coincidirá con la siembra brasileña. Es posible que cuando avance la cosecha de Brasil las primas resulten muy inferiores a las actuales”.
Frente al escenario descripto, Gutiérrez Roque marcó como relevante la necesidad de que los productores utilicen más herramientas de protección de precios, como los mercados de futuros y de opciones, entre otras. “Los productores brasileños son muy profesionales y calificados en lo que respecta a la producción, pero aún necesitan mejorar en relación con el uso de herramientas de protección de precios. En este sentido, el productor estadounidense lleva la delantera”, dijo el profesional. Agregó que a principios de agosto las ventas anticipadas de la cosecha 2024/2025 eran equivalentes al 18,2% de la cosecha, contra el 13,9% de igual momento de 2023 y el 22,7% promedio de los últimos cinco años.