Es muy probable que si alguien lee o escucha la expresión “¡Yaba dabba doo!”, la asocie inmediatamente a Pedro Picapiedra, uno de los íconos culturales más importantes del siglo XX. Ese personaje, una suerte de antepasado de Homero Simpson, fue el protagonista de Los Picapiedra, una serie de animación que se emitió entre 1960 y 1966 y que revolucionó los estandartes de la época en materia de dibujos animados. Y detrás de esa gran idea se encontraban William Hanna y Joseph Barbera, dos autores que, gracias a esa familia prehistórica, lograron un descomunal éxito televisivo.

El dúo dinámico

Los Picapiedra: la osadía de una cama compartida, el hombre que pudo destruir el show y cómo Bugs Bunny salvó a Pablo Mármol

Hanna y Barbera eran dos talentosos dibujantes que se conocieron cuando empezaron a trabajar en el departamento de animación de MGM, durante los años 20. Ambos no tardaron en congeniar, y de esa fluida relación surgió Tom y Jerry. Los cortos del gato y el ratón, ambos protagonistas de salvajes persecuciones y violentas trampas domésticas, provocaban las risas del público de todas las edades. Tom y Jerry se convirtieron en íconos de la animación, y Hanna y Barbera llegaron a ganar varios Oscar en la categoría a mejor cortometraje animado. Sin embargo, todo amenazó con llegar a su fin cuando, en 1957, la MGM cerró las puertas de su división animada.

Tom y Jerry nacieron gracias a la genialidad de Hanna y Barbera

Sin trabajo fijo, pero impulsados por un talento innegable, ambos profesionales decidieron emprender un proyecto en conjunto, y de esa manera nació Hanna-Barbera Studios. El show de Huckleberry Hound fue su primera propuesta, que tuvo un muy buen recibimiento; le siguieron otros éxitos como El oso Yogui, Canuto y Canito o El show de Tiro Loco McGraw. Deseosos de salir en busca de del público adulto, pensaron en una nueva idea que pudiera ser atractiva para la franja etaria superior a los treinta años, algún tipo de ficción que reflejara en tono de sátira la cotidianidad de una familia tradicional de esa época. Y así nacieron The Flagstones.

Con la idea en la valija

Barbera y Hanna posaron junto a algunos de sus personajes allá por 1988

Emitida entre 1955 y 1956, la sitcom The Honeymooners era uno de los principales fenómenos de la pantalla chica. Esa comedia, centrada en las vivencias de dos matrimonios, fue la inspiración que tomaron Hanna y Barbera para trazar los lineamientos de su dibujo animado. En una entrevista de la época, William Hanna confesó: “En ese momento, The Honeymooners era el show más visto y el más divertido. Esa fue una gran influencia para nuestro trabajo y sentó las bases de lo que queríamos hacer”. Sin embargo, en otras notas Joseph Barbera relativizó esa influencia, y aseguró que el germen de Los Picapiedra no nació como una réplica de esa comedia.

Con la premisa de hacer humor a partir de la relación entre dos matrimonios, la dupla pensó primero en dos familias de hillbillies (algo como lo que luego fueron Los osos montañosos), pero descartaron esa opción. También barajaron la posibilidad de situar su serie en la Roma antigua o entre los nativos americanos, hasta que finalmente se les ocurrió la Edad de Piedra. “La verdad es que podías agarrar cualquier comodidad de la vida moderna y trasladarla a ese período”, comentó una vez Barbera, en relación a lo divertido que podría ser reimaginar en clave prehistórica a diversos elementos como un tocadiscos, un teléfono o un auto. De esa manera, en 1959 los dibujantes pusieron en marcha la producción de un corto de 102 segundos titulado The Flagstones, que servía a modo de piloto para tentar a la cadena que quisiera invertir en su proyecto.

Con ese pequeño fragmento animado en su maletín, Barbera viajó a Nueva York y, durante ocho semanas, tuvo incontables reuniones con ejecutivos de las principales cadenas de televisión y grandes productoras, pero nadie se mostró interesado en su propuesta. Claro que, como suele ocurrir, a pocas horas de tomarse el avión de regreso a su hogar, el animador se reunió con los miembros de la cúpula de la ABC, quienes decidieron apostar por el show. Sin embargo, y frente a una amenaza de juicio por parte de los creadores de una tira cómica en la que figuraba una familia llamada Flagstone, la serie debió cambiar su nombre y de ese modo, Hanna y Barbera rebautizaron a su creación como The Flinstones (o Los Picapiedra, como se lo conoció en la Argentina).

Amigo piedra

Pedro Picapiedra y Pablo Mármol son grandes amigos, trabajan juntos, y hasta son vecinos. Los dos viven en sus respectivas casas, Pedro junto a su esposa Vilma, y Pablo con Betty. Entre las dos familias surgen infinidad de momentos de comedia, a medida que reflejan los vínculos conyugales, los laborales y, especialmente, la relación de esos amigos en la edad de las cavernas.

Luego de varios meses de un intenso trabajo de animación, el 30 de septiembre de 1960 llegó a las noches de la ABC el primer episodio de Los Picapiedra. Y solo su horario alcanzó para causar un pequeño revuelo, teniendo en cuenta que se trataba de la primera ficción animada en ser emitida en prime time, algo que establecía cuál era el público al que apuntaba dicha propuesta. Aunque Hanna y Barbera confiaban en su producto, el recibimiento de la prensa especializada fue muy negativo, y una crítica en Variety llegó a sentenciar que la serie “era un desastre hecho en tinta y lápiz”. Pero el público opinaba muy distinto: semana a semana, el rating subía, y los televidentes hicieron de Los Picapiedra un verdadero hito.

En muchos aspectos, la serie iba a la vanguardia. No solo se trataba de dibujos para los adultos, sino que bajo esa intención de recrear la vida matrimonial, Los Picapiedra fue la primera ficción animada en mostrar a dos personajes compartiendo lecho matrimonial, un detalle que en ese momento levantó no pocas ampollas. Por otra parte, la producción empleaba a prestigiosos guionistas para escribir los episodios en vez de a los típicos escritores de dibujos para chicos; en esa área, Hanna y Barbera se llevaron una verdadera decepción cuando llamaron a un guionista de The Honeymooners para que escribiera un capítulo, y él no supo proponer ninguna idea atractiva (“Le pagamos trescientos dólares para nada”, aseguró poco después el propio Barbera).

Mientras la popularidad de Pedro y Pablo crecía, había algunas personas que no veían con buenos ojos esa fama, como por ejemplo algunos miembros de The Honeymooners. Teniendo en cuenta que el concepto de base de ambas propuestas era evidentemente similar, el actor Jackie Gleason, protagonista de la sitcom en acción real, llegó a contemplar la idea de demandar al estudio Hanna-Barbera, aunque con el tiempo desistió. “Los abogados de Jackie le dijeron que probablemente podía forzar a la productora para que levantara el show del aire”, reconoció una vez el actor Henry Corden, amigo íntimo de Gleason. “Pero esos mismos abogados le preguntaron si realmente estaba seguro de querer ser reconocido como el tipo que provocó la cancelación de Los Picapiedra, una serie que la gente amaba tanto”. Frente a ese dilema, Gleason lo pensó dos veces y decidió hacer a un lado esa idea que pudo haber matado a la prehistórica familia.

A medida que Los Picapiedra consolidaba su fama y mostraba en distintos separadores a los personajes fumando cigarrillos Winston (porque los auspiciantes son sagrados), Hanna y Barbera disfrutaban las mieles de su merecido éxito, hasta que un accidente sacudió a la producción del show. Mel Blanc, el intérprete que le daba su voz a Pablo Mármol (y que también interpretaba a Bugs Bunny, dato no menor), tuvo un choque en su auto que lo dejó en coma durante más de veinte días. Los partes médicos no eran favorables, y el entorno se preparaba para recibir la triste noticia de su fallecimiento. Pero en un inesperado giro del destino, uno de los neurocirujanos que lo trataba decidió saludarlo un día diciéndole: “¿Cómo estás hoy, Bugs Bunny?”. Y Blanc, aunque en coma, respondió con la voz del conejo: “Ehmm, muy bien, Doc”. Pocos días después, Blanc recuperó la consciencia y el médico le dijo: “Mel, vos estabas muriendo, y Bugs Bunny te salvó la vida”.

Los Picapiedra se emitió a lo largo de seis temporadas en las que hubo no pocos cambios, entre ellos la llegada de la hija de Pedro y Vilma, una bebé llamada Peebles cuyo nacimiento fue motivo de interés nacional (en realidad, Hanna y Barbera querían a un niño, pero los responsables de mercadotecnia sugirieron una niña porque vender muñecas supondría un enorme negocio). Por otra parte, muchos actores y actrices buscaban con entusiasmo la posibilidad de ser invitados a algún episodio para prestarle la voz a algún nuevo personaje. Ese es un detalle que emparenta a Los Picapiedra con Los Simpson, la serie que varias décadas después se convertiría en la siguiente gran ficción animada para adultos.

Luego de varios premios Emmy, altísimos picos de rating e infinidad de productos relacionados, el público comenzó a tomar distancia del show, que en 1966 y luego de 166 episodios fue cancelado. Como es sabido, Los Picapiedra tuvieron muchísimas series derivadas (nueve en total, la última de ellas Yabba Dabba Dinosaurs, estrenada en 2021), y la película producida por Steven Spielberg en 1994, fue un notable éxito. Pero ninguno de esos productos logró hacerle sombra a la ficción animada de los sesenta, un título que fue pionero en demostrar que los dibujos animados pueden ser una plataforma inmejorable para reírse de los sinsabores de la vida adulta.

Por Prensa Pura Digital

DIARIO DE VILLA LA ANGOSTURA Y REGIÓN DE LOS LAGOS. NEUQUÉN.