El escenario nacional ya cambió. Y cambiará aún más a partir del 10 de diciembre, cuando asuma el ahora presidente electo, Javier Milei, quien en la dicotomía global está del lado de EEUU. El asunto es que la provincia de Neuquén tiene una estación que opera su constructor: nada menos que el gobierno de China.

La estación espacial china (como se le dice) no cumple con las promesas que en su momento le hizo a la provincia y esta no las hace cumplir. Claro ejemplo de ello lo constituye, el plan de visitas educativas y turísticas, que jamás se llevó a cabo. Hoy el proyecto parece cajoneado, quizá porque lo está.

En 2014, China desembarcó decididamente en la provincia y se ubicó tan solo 300 km de Neuquén capital. Ahí está esta estación cuya mega antena se ve literalmente desde la ruta. Cuando se la construyó se dijo que era para el seguimiento y recepción de datos de las misiones espaciales, por ahora no tripuladas. Se aseguró que se construyó en la Argentina para poder estar permanentemente conectados con las misiones, ya que con una sola antena era imposible debido a la rotación planetaria. La otra está lógicamente en China, del otro lado del globo.

Los chinos están obsesionados con explorar la Luna, para luego avanzar. Y para ello necesitan de esta estación que terminó de construirse en 2017. Es algo así como un gigante en el desierto. En 200 hectáreas, cuenta con cocina, dormitorios, hasta un gimnasio, salones y el radar. Esta torre de observación telescópica es administrada en su totalidad por personal de Satélite Launch and Tracking Control General (CLTC), directamente vinculada al ejército de la República Popular China. 

Las sospechas sobre sus funcionalidades no son pocas. Y la preocupación se extiende fronteras afuera. Frank A. Rose, quien fue subsecretario de Estado para el control de armas durante el gobierno de Barack Obama (2009-2017), resaltó la capacidad adquirida por China para desarrollar tecnología sofisticada para interferir, alterar y destruir satélites. Otros, como Dean Cheng, quien trabajó como investigador en el Congreso estadounidense y ahora estudia la política de seguridad nacional de China, aseguran que las antenas y otros equipos que se utilizan de respaldo en misiones espaciales, similares a las que tienen los chinos en la Patagonia, posiblemente aumenten la capacidad de China para recabar información.

“Una antena gigante es como una enorme aspiradora, succiona señales, información, todo tipo de cosas”, destacó. Y, en verdad, de eso no hay ninguna duda. Máxime porque no hay controles por parte de organismos nacionales o provinciales, y porque el acceso es exclusivo para el personal chino.

La antena puede ser utilizada tanto con fines científicos, como está teóricamente establecido en los convenios, o militares. Eso no es nuevo; de hecho, las autoridades argentinas fueron advertidas desde Estados Unidos. La general Laura Richardson, jefa del Comando Sur de ese país, expuso sus dudas e hizo notar lo obvio: que el acceso está cerrado a ciudadanos argentinos, salvo visitas planificadas. También remarcó el hecho de que sea manejado por una empresa estatal que depende de autoridades militares.

Pero esas visitas, hasta ahora, son parte del relato. Y del misterio que rodea a la estación china. Un medio supo que ni estudiantes de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) ni de otras casas de altos estudios han sido autorizados a realizar visitas. Y que el uso del 10% del tiempo de operatoria (contemplado en el convenio) está en veremos. También se supo que la Oficina de Turismo asociada al proyecto, que debería existir en el mismo predio, y que sería la encargada de gestionar las visitas educativas o turísticas, nunca terminó de instalarse. Y esa deuda es de la administración provincial Neuquina.

Desde el gobierno argentino insisten en que los chinos se comprometieron a no utilizar la estación para fines militares. Sin embargo, expertos estadounidenses del área de seguridad y comunicación argumentan que la tecnología con la que cuenta la estación tiene muchos usos estratégicos. Ante esa potencialidad, suena lógico que las visitas que se habían prometido jamás se hayan realizado, y que esa es (para los chinos) la mejor manera de evitar miradas “indiscretas”. Qué hará el gobierno de Milei frente a esto es todo un misterio. Pero el caso no es menor.

G.D

Por Prensa Pura Digital

DIARIO DE VILLA LA ANGOSTURA Y REGIÓN DE LOS LAGOS. NEUQUÉN.

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