Góndolas semi vacías, faltante de productos y poca variedad de oferta, promociones y descuentos que desaparecieron, proveedores que acortan los días de cobro a los supermecados, insumos y materias primas que brillan por su ausencia, frenos a las autorizaciones de SIRAS y pagos al exterior que tardan hasta 180 días forman parte del panorama que evidencia el sector alimenticio a partir de los efectos negativos del programa de Precios Justos implementado por el Gobierno.
A pesar de semejante desorden, la Secretaría de Comercio que orienta Matías Tombolini insiste con firmar la extensión de la estrategia con la que supuestamente se iba a controlar la inflación pero que ya demostró ser un rotundo fracaso.
De hecho, no se espera nada nuevo para fin de mes, cuando el INDEC deba informar la inflación de septiembre, que también terminará en dos dígitos como la de agosto, que fue del 12,4% impulsada especialmente por los incrementos en varios rubros alimenticios a pesar de cepo oficial que permite subas de hasta el 5%.
Varias consultoras ya estiman una aceleración del índice de alimentos y bebidas que en la tercera semana de este mes ya se incrementaron 3% en promedio y que si se lo traslada a las últimas cuatro semanas ya fue mayor al 9%.
Acelerar importaciones
Este escenario hace que muy pocas empresas hayan firmado la continuidad en Precios Justos hasta fin de año, lo cual no significa que el resto se baje del acuerdo sino que simplemente están esperando los resultados de negociaciones que llevan a cabo con Tombolini y su equipo para sumar algunas ventajas que les permitan morigerar en parte los daños que sufren por pertenecer al programa oficial.
En especial la aceleración de la liberación de las SIRAS como se le llama al Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA), procedimiento electrónico que se utiliza para la gestión de las importaciones.
Matías Tomobolini y Sergio Massa intentan “alinear” a las alimenticias para que sigan aportando productos a Precios Justos
Están pidiendo un compromiso escrito de la Secretaría de Comercio para que se comprometa a cumplir con este punto que ya fue prometido a fin del año pasado por el propio ministro de Economía, Sergio Massa, sin que luego fuera puesto en práctica.
Ahora, las alimenticias quieren aunque sea que se liberen más rápido la importación de insumos o materias primas del exterior que consideran esenciales para no frenar la producción de algunas de sus marcas.
La traba, en este caso, es que el Gobierno no cuenta con los dólares suficientes como para cumplir con ninguna promesa que involucre gastar dólares para liberar compras del exterior o permitir pagos en más corto plazo, lo cual termina afectando la rueda productiva y le pone presión a los proveedores nacionales que no dan abasto para cubrir estos faltantes.
Es más, algunas compañías ya dejaron de entregar o entregan a cuenta gotas productos en los que dicen ir a pérdida, además de acotar los días de cobro a las grandes cadenas de hipermercados a modo de cobertura de una posible nueva devaluación y disparada inflacionaria que pueda llegar a ocurrir después de las elecciones nacionales del próximo 22 de octubre.
Sin riesgo de desabastecimiento
“Básicamente, lo que estamos haciendo para protegernos es no entregar aquellas categorías en las que los costos de producción son más altos que el precio de venta; acortamos los días de plazo que le damos a los súper para pagarnos; retiramos acciones comerciales, entre otras acciones”, admiten en una de las alimenticias que más productos aporta a Precios Justos.
En otra empresa aclaran que de todos modos el mercado está lejos de ingresar en una espiral de desabastecimiento. “Esto no va a pasar ni ahora ni después de las elecciones porque nos estamos estoqueando”, agregan.
las alimenticias quieren aunque sea que se liberen más rápido la importación de insumos o materias primas del exterior
Del mismo modo, sostienen que el Ministerio de Economía agiliza el acceso a las importaciones la situación se podría normalizar, en especial para aquellos productos que necesitan materia prima que no se elabora en la Argentina.
“Lo que creemos que va a pasar es que solamente van a liberar muy poco y a medida que aparezcan los dólares para permitir el ingreso de insumos que puedan poner en riesgo la producción de las fábricas”, argumentan en otra empresa.
Sin embargo, y a pesar los cuellos de botella que el cepo a las importaciones está causando, casi todas las aportantes a Precios Justos saben que no tienen margen para salir del sistema y que deben resignarse a participar, por lo menos hasta el cambio de gobierno.
Promesas a medidas
Antes del vencimiento de este nuevo trimestre del programa que fomenta la canasta oficial de alimentos, el ministro Massa había realizado una serie de promesas a las empresas que se cumplieron en parte.
Por caso, la estabilidad del tipo de cambio oficial hasta las elecciones generales de octubre próximo está siendo respetado; lo mismo que parte de un paquete de beneficios fiscales.
Sin embargo, la agilización de las SIRA y el acortamiento de los plazos para el pago a los proveedores del exterior quedó por ahora en la nada, y muy pocas empresas pudieron acceder.
A pesar de que en las gòndolas cada vez se ven menos productos, las empresas niegan la posibilidad de desabastecimiento
Economía pretende frenar otra fuerte disparada de los precios de los alimentos como la que ocurrió tras la devaluación del 22% ocurrida luego de los resultados de las PASO del domingo pasado.
En ese marco, Tombolini le ordenó a las grandes cadenas de supermercados que no acepten listas de precios de sus proveedores que contengan incrementos por encima del 5%, ya que venían recibiendo remarcaciones de entre un 25% y un 30% en promedio, según los rubros.
En el caso de las productoras y comercializadoras, la orden fue anular las listas enviadas y retrotraer todos los valores, aplicando solamente el retoque permitido que se repetirá también en septiembre y octubre próximos.
En el caso del tipo de cambio oficial, la medida tiene que ver con que se trata del dólar que utilizan las empresas para sus operaciones, con lo cual si se mantiene estable podrían controlar que los costos no se disparen, aunque ya deben absorber los aumentos ocurridos post devaluación.
En este sentido, la respuesta del Gobierno a las quejas de las empresas es que “tienen resto” para poder asumir esa devaluación sin problemas.
La industria, por el contrario, advierte no tener colchón para mantener el mismo statu quo pre devaluación, explicando que sus niveles de rentabilidad están en un mínimo histórico y hasta en algunos casos que se encuentran operando a pérdida.