Patricia Bullrich se levantó temprano, desayunó con su esposo, Guillermo Yanco, y luego tomó café con un grupo de amigas en su casa del barrio de Palermo. Votó a las 12.30 en La Rural y volvió para un almuerzo al que se sumaron sus nietos. Es el día más importante de su carrera política, pero a lo largo de la jornada no hizo nada en particular que sintiera que puede ayudarla: no tiene ninguna cábala.
Por eso la precandidata presidencial mantuvo sus costumbres familiares de los fines de semana. De su equipo político sólo está con ella desde la mañana su jefe de campaña, Juan Pablo Arenaza. Eso sí: mantuvo llamados casi en forma permanente -con Mauricio Macri tuvo un diálogo extenso- y trató de responder, sin mucho éxito, decenas de mensajes de WhatsApp que le llegaron a su celular.
Cerca de las 18 estaba previsto que se instale en su comando de campaña, un piso que le prestó un empresario amigo que está ubicado en el segundo piso de Hipólito Yrigoyen al 400, frente a Plaza de Mayo y a pocos metros de la Casa Rosada, junto con Arenaza y el resto de sus principales colaboradores a nivel nacional como Hernán Lombardi, Damián Arabia, Laura Alonso y Federico Pinedo, entre otros, además de sus referentes bonaerenses: Néstor Grindetti, precandidato a gobernador; Cristian Ritondo, primer candidato a diputado nacional; Maximiliano Abad, candidato a senador nacional, y Sebastián García de Luca, armador político en la provincia de Buenos Aires.
Allí analizará el desarrollo de las elecciones en todo el país, en contacto con sus referentes provinciales, y harán una puesta a punto de las tendencias electorales que surjan de los bocas de urna y de las 180 mesas testigo en todo el país que fueron desplegadas por la consultora de Felipe Noguera.
Calculan que recién a las 20.30 Bullrich y su equipo se instalarán en el búnker de Juntos por el Cambio en Parque Norte, donde ocuparán un ala del predio separada estratégicamente de la que utilizará Horacio Rodríguez Larreta con sus candidatos y dirigentes cercanos. Entre las dos áreas habrá una oficina que se usará para que representantes de los dos sectores se puedan reunir, resolver eventuales problemas y terminar de definir cómo será la dinámica de los festejos finales.
Los operadores de Bullrich definieron con sus colegas de Larreta que el triunfador de las PASO será quien resuelva el formato con el que se comunicará esta noche la noticia más esperada. La foto final, según lo pactado, tendrá a los principales candidatos y dirigentes de JxC sobre el mismo escenario del salón Ombú del predio que regentea el Sindicato de Comercio, encabezado por Armando Cavalieri.
El larretismo tenía proyectado instalar el búnker en Costa Salguero, el sitio que tradicionalmente eligen el PRO y Cambiemos/Juntos por el Cambio para el día de las elecciones, pero los bullrichistas lo vetaron: la precandidata presidencial exigió un lugar “más austero”. Por eso surgió la alternativa de Parque Norte para que Larreta y Bullrich, más sus equipos, aguarden los números de las PASO.
De todas formas, el búnker elegido tiene mucha menos capacidad que el de Costa Salguero: hay espacio para unas 1.300 personas en total, mientras que en los salones de la Costanera entraban 5.400. Eso implicará que ningún sector llevará sus militantes. Aunque unos y otros terminarán en el mismo lugar, Larreta y su círculo íntimo seguirán las primarias en las oficinas de la calle Olazábal, en Belgrano, donde instaló su comando de campaña, mientras que Bullrich y sus colaboradores harán lo mismo en el piso que les prestaron en la calle Hipólito Yrigoyen, frente a la Plaza de Mayo.
Lo más parecido a una definición política surgió de Bullrich cuando tuvo problemas para votar con la boleta electrónica. Llegó a las 12.30 al centro de votación en La Rural, seguida de cerca por fotógrafos y camarógrafos, pero las sonrisas de ocasión se fueron desdibujando en la medida en que, luego de votar con la boleta de papel, quiso votar con la boleta electrónica y no pudo. Por eso pidió la ayuda de dos técnicos y probó con una segunda boleta, pero fracasó en ese nuevo intento. Tampoco pudo en una tercera ocasión. Tuvieron que cambiar la máquina. Todo, en directo ante las cámaras de TV.
Ella misma explicó después a los periodistas lo que le había pasado: “La votación presidencial fue absolutamente tranquila, como siempre. Y en la votación en la ciudad de Buenos Aires me falló la máquina, vinieron dos técnicos. Después de tratar de votar siete veces. Me pasó una cosa muy rara: yo votaba una lista y terminaba saliéndome otra lista distinta a la que yo no quería votar. Tampoco funcionaba la máquina. Tuve que esperar. Estaba, por suerte, el delegado electoral del juzgado federal. Los técnicos trataron de ayudarme a votar. Luego tuvieron que cambiar la máquina y tuve que volver a votar en otra máquina: la tuvieron que inaugurar nuevamente como mesa”.
Allí fue cuando Bullrich calificó la votación en la ciudad de Buenos Aires como “un desastre”, en un tiro por elevación contra Rodríguez Larreta, y resaltó: “Los sistemas electorales tienen que tener un nivel de maduración. Hay que probarlos, hay que trabajarlos durante un tiempo largo para ver si efectivamente funcionan. Mi experiencia personal fue mala. Si a muchísima gente le pasa lo que me pasó a mí, tendrían que esperar en una cola. Lo normal es votar tres minutos e irse”.