Sus riñones ya no funcionan como consecuencia de rellenos tóxicos y desde hace meses hace diálisis tres veces por semana. ¿Cuándo empezó la búsqueda de la perfección? ¿Qué veía en el espejo? ¿Cuáles son las consecuencias de operaciones estéticas con un mal profesional? El dolor físico, la incertidumbre, la falta de diagnóstico. ¿Qué la sostiene? La emoción de saber que mucha gente quiere donar un riñón. Cómo atraviesa los meses más difíciles de su vida.

Silvina Luna atraviesa, con una entereza asombrosa, el momento más difícil de su vida. El calvario empezó hace doce años cuando le colocaron sustancias tóxicas en su cuerpo durante una cirugía estética que le produjo hipercalcemia crónica. Sus riñones dejaron de funcionar. Su rutina hoy incluye muchas horas semanales de diálisis y el próximo paso será un trasplante de riñón. Tiene 42 años pero no parece, aunque ella diga que los años se le notan. Y una belleza poco común.

— Trabajo mucho para estar bien. Sí, todos los días un poquito. Trabajo para el bienestar, para el buen vivir. A pesar de las dificultades que tenemos todos en la vida. Empecé desde chica porque siempre fui muy curiosa, siempre fui de romper reglas, rebelde, de salirme de lo que había que hacer. A los 28 estudié Cábala y coincidió con lo que me fue pasando, me dió ciertas herramientas para poder sobrellevarlo.

Silvina siempre llamó la atención. Pero la belleza de Silvina no era nada cómoda: desde muy chiquita le hicieron bullying en el colegio de Rosario.

— Te sabías dueña de una cara especial.

— Sí, mi mamá de chica me mandaba a castings y había pegado una publicidad en Rosario muy conocida que salía en la tele. Y sí, en la escuela las chicas eran un poco bravas y me hacían bullying. Fue feo, no quería ir al colegio. Tampoco quería hablarlo con mis viejos porque no quería llevar eso a mi casa. Pero si, pasó.

— Me sorprendió enterarme que tu primera publicidad para televisión fue la de un tratamiento para adelgazar. Simbólico.

— Sí, tal cual. Es increíble. Es simbólico además porque cuando yo estaba en la casa de Gran Hermano entré con una imagen de modelo, tenía 20 años. Fueron dos cosas las que a mí también me llamaron la atención. Primero, porque salió esta publicidad mientras estaba ahí adentro, y había engordado 10 kilos. Después me puse a pensar que me sentía muy querida por la gente por cómo me tomé el hecho de engordar. No me importaba el aspecto físico. Cuando salí de la casa empecé a estar más expuesta en el medio y todo fue cambiando.

Para alcanzar la perfección estética, en 2011 Silvina decidió operarse y esa operación le trajo consecuencias graves. Pero si vamos más atrás en el tiempo, en la casa de Gran Hermano se la vio con kilos de más y riéndose mucho de tu panza.

— Sí, me encanta esa Silvina. Yo estaba recién llegada a Buenos Aires, con toda la ilusión, con sueños por delante. Pienso en esa Silvina y me quedo con algunas de sus cualidades.

— Era feliz con su cuerpo.

— Era feliz. No le importaba. No tenía ninguna presión. No tenía ningún estereotipo. Ahora tengo unos kilos de más y está todo bien. Abrazo a esa Silvina porque me enseña mucho mirando para atrás.

“YO QUERÍA VERME DE DETERMINADA MANERA. CREÍA QUE QUIEN ERA NO ERA SUFICIENTE”

— ¿Cambiaste? ¿Qué pasó en el camino? ¿Por qué no fuiste más feliz con tu cuerpo?

— Yo caí en la trampa de los estereotipos. Que no existen en realidad, pero yo quería verme de determinada manera. Estaba en una etapa de teatro de revista, trabajaba con el físico. Yo creía que quien era no era suficiente. Creo que ahí empezó todo. Y después tuvo sus consecuencias.

— ¿La imagen física era lo que no te gustaba?

— No era que no me gustaba, pero siempre tenía esa exigencia… Que muchas tenemos, en distintos ámbitos, yo la depositaba en el cuerpo.

— La búsqueda de la perfección.

— Sí, un poco sí. Y la valía también, porque siento que no tenía los recursos o las herramientas como para consultar con mis viejos, con la familia, buscar otras voces. Fui bastante inocente en ese sentido y además que me topé con un mal profesional. Los médicos tienen que hacer el bien, no lo que pasó. Pero yo me responsabilizo por haber ido y por haber tomado esa decisión.

“VEO CHICAS DE 20 AÑOS QUE SE TOCAN LA CARA, BOTOX, RELLENOS. EN ALGÚN MOMENTO SOMOS ESCLAVAS

— En 2011 te sometiste a una operación estética. ¿De qué trataba? ¿Qué dijo el médico que iba a hacer?

— En su momento me lo planteó como algo inofensivo. Como algo que no tenía consecuencias. Me mostró todo el tratamiento. Y compré. Lo veo mucho ahora, yo veo chicas de 20 años que se tocan la cara y ya empiezan con el botox, con los rellenos, y en algún momento somos esclavas de eso porque es un círculo vicioso, no parás más. Entonces, hay que tener mucho cuidado y realmente darse cuenta de lo valiosos que somos, que tenemos este cuerpito para esta vida y hay que cuidarlo. Y hay que nutrir no sólo lo físico, somos un todo y el físico es una parte, porque la salud mental es muy importante. Y alimentar el espíritu.

— Cuándo te enteraste de que esa operación te traería serias consecuencias?

— Al año me hice un estudio de laboratorio y salió que tenía ahí algunos desajustes. Empezaron a investigar y lo asociaron con esto.

— ¿Qué es lo que se conoció en ese momento?

— Hipercalcemia es lo que me produjo.

— Porque lo que te había introducido el médico que te operó, el relleno, era tóxico.

— Básicamente porque mi cuerpo rechaza eso. Después se empezó a estudiar y había otras chicas también que padecían lo mismo. Por eso llegamos al juicio oral hace poco, hice mi parte en la Justicia.

“NADIE ME VA A DEVOLVER MI SALUD. ELIJO NO TENER RESENTIMIENTO O BRONCA”

Cuatro mujeres denunciaron al médico, al Dr Anibal Lotocki: Pamela Sosa, Estefania Xipolitakis, Gabriela Trenchi y Silvina Luna. Fue condenado por lesiones graves reiteradas.

— Nadie me va a devolver mi salud. Yo elijo no tener resentimiento o bronca, ya lo tuve en algún momento, pero hoy elijo no quedarme con eso.

— Pasaron 12 años de esa operación. Las consecuencias fueron serias. Necesitás diálisis porque los riñones no funcionan. ¿Desde cuándo?

— Fueron 12 años, me tuve que ocupar un montón. No me imaginaba que iba a llegar esto tan pronto, sinceramente. Esto empezó el año pasado, en octubre, noviembre. Empezaron a hacerme estudios y mis riñones no estaban funcionando. Fue duro en ese momento, este proceso de ir tres veces por semana, cuatro horas. También trae cansancio, dolor de cuerpo. Hoy siento que estoy más entera. Aceptando muchas cosas. Siempre buscando estar mejor y dando lo mejor de mí en cada cosa que estoy haciendo.

“VOY CAMINO AL TRASPLANTE

— ¿Vas a diálisis tres veces por semana, cuatro horas?

— Sí, eso hasta que me trasplante. Habían dicho que estaba en la lista, que iba a ser pronto, pero todavía falta. Te hacen muchos estudios antes de eso. Pero sí, voy camino al trasplante.

— ¿Te hacen estudios antes de entrar en la lista del INCUCAI?

— Te hacen muchos estudios. Sí, te estudian de pe a pa.

— ¿Es un alivio pensar en el trasplante?

— Sí. La verdad que sí. Me metí en un mundo que desconocía, hay gente que se dializa hace muchos años. También conocí esto de la lista del INCUCAI. Aprendí que todos somos donantes salvo que digas que no lo sos. Pero igualmente no alcanza porque hay 35.000 personas en diálisis hoy en día y los trasplantes que se hacen por año de riñón son muy poquitos. Se llaman cadavéricos, tienen que ser por muerte cerebral, no es cualquier muerte. Tengo una compañera en diálisis que hace tres años que está, dos veces probaron, con dos riñones y no fue compatible.

“ME ESCRIBIÓ MUCHA GENTE Y AL INCUCAI, GENTE QUE QUERÍA DONAR UN RIÑÓN”

— Hay una serie de dificultades entonces. Primero terminar los estudios. Después ponerte en la lista y que llegue el riñón. Después la compatibilidad.

— Ponerme en la lista, esperar, salvo que uno tenga un donante vivo que puede ser un pariente, un amigo o… A mí me pasó algo muy loco, cuando salió todo esto me escribió mucha gente. Roxana, que es la presidente del INCUCAI, también me habló. Había escrito al INCUCAI mucha gente que quería donar un riñón. Me quedé impactada porque somos un país solidario. Que la gente quiera donar altruistamente un riñón me llenó de amor. Algo que no sabía que podía pasar.

— ¿Te imaginas que eso puede suceder, aceptar un riñón de alguien que no conoces y que no quiere verte sufrir?

— No lo sé, realmente no lo sé. Cuando llegue el momento se verá.

— Tenés también que tomar corticoides ¿verdad?

— Sí, sí, he tomado.

— También traen daños colaterales impensados los corticoides.

— Sí, sí, son muchas cosas que tuve que atravesar. Pero estoy firme. Estoy de pie. Y con muchas ganas de volver a recuperar mi vida.

“ME SOSTIENE CREER EN MÍ Y DARME CUENTA LO VALIENTE QUE SOY”

— ¿Qué sentís que hoy e sostiene?

— Uf. El otro día hablaba con una amiga, el creer en mí y el darme cuenta lo valiente que soy por sostener el proceso. Todos estamos en una, yo siempre digo eso, todos estamos en un proceso. Parece una frase hecha, pero estar de pie… Podés transitarlo de rodillas o de pie. Eso me da fortaleza. Me fortalecen mis vínculos, mi red de contención que son mis amigos, que es mi familia. Yo siento que el hecho de despertarme todas las mañanas y estar viva quiere decir que todavía tengo muchas posibilidades. Me aferro a eso y sigo adelante.

— Estás llena de amigos Silvina. Por todos lados hay amigos y gente querida que te acompaña mucho.

— Sí, son re sostén. Me siento muy amada por mis amigos que son mi familia porque hace mucho lo son, de toda la vida, desde que llegué acá. Y mi hermano que es todo en mi vida.

— No puedo dejar de pensar en las mujeres que podrían aprender de lo que contás que atravesaste. Muchas sufren cuando se miran en el espejo. Lo que vos veías no era como lo veías.

— Sí, en ese momento ni hablar. Y hoy por hoy también. Es mirarse al espejo y aceptarse, quererse y ver el paso del tiempo. Lo que pasa es que vivimos en una sociedad en la que es mala palabra envejecer, el paso del tiempo. La valía está en otro lado.

“HABÍA ENGORDADO UNOS KILOS Y SENTÍA QUE NO ESTABA EN CONDICIONES DE SUBIRME A UN ESCENARIO”

— ¿Sentías miedo de envejecer y perder trabajos? ¿Que no te contrataran tanto como en tu juventud?

— Sí, claro que sí. ¿Quién no? Y sobre todo las mujeres. Porque vos te fijas en los hombres y nadie dice: ¿che, qué le pasó? O si está gordo, flaco, esto. Creo que la presión está más sobre las mujeres. En ese tiempo yo estaba trabajando en teatro de revista, había engordado unos kilos, y sentía que no estaba en condiciones de, nada, de subirme a un escenario.

— ¿Y alguien te decía algo o era tu percepción?

— No, era mi percepción claramente. Viendo hoy las fotos de esa época no tenía ninguna necesidad.

— ¿Qué ves hoy cuando te ves en el espejo?

— Es un trabajo de todos los días. Hubo muchos cambios físicos y hay días que uno se ve mejor y hay días que se ve peor. Creo que nos pasa a todas. Pero el hecho en sí, hay que hacerlo como un hábito, mirarnos con amor. Me trajo mucha confianza en mí. Como un proceso amoroso con nosotras mismas, con nosotros mismos.

“LO PEOR ES TENER INCERTIDUMBRE EN EL DIAGNÓSTICO. HAY RESPUESTAS QUE TODAVÍA NO TENGO”

— Después que pasó lo que pasó en esa operación, viajaste a Estados Unidos a buscar información.

— Sí. El conocimiento te da mucha entereza y seguridad. Lo peor es tener incertidumbre. Me ha pasado no tener un diagnóstico. No saber. Hay respuestas que todavía en mi proceso no tengo. Tener conocimiento te da cierto alivio, siempre fui una buscadora, de encontrar el mejor médico, la mejor terapia, o el tratamiento. Más que buscar me gusta ” ir al encuentro”.

— ¿Qué te dijeron los médicos que consultaste en Estados Unidos? ¿Qué cambios hiciste después?

— Me decían que no se podía hacer una cirugía para extraerlo. Empecé a buscar otras alternativas y a nutrir otras partes. Poder parar la mente y escuchar el corazón. Eso me lo dio la meditación, la arranqué hace muchos años.

— Volviste a la Argentina, no te podías volver a operar y decidiste transitar otras disciplinas, buscar herramientas para estar bien. El libro que acabás de publicar, Simple y consciente y tu sitio en Instagram @simpleyconsciente cuentan lo que aprendiste estos años tan duros. Fue casi una maestría.

— Sí, hablo un poco del pasado, de mi historia, de cómo resignifiqué muchas cosas. Ir al pasado y contar cómo fui sanando. Después hablo de estas experiencias y encuentros que tuve con gente maravillosa.

— Estuviste con los hare-krishna, por ejemplo. Ibas a las plazas a cantar con ellos.

— Me encantó. Estudié budismo después. Creo que todas las respuestas están dentro mío. Saqué en conclusión, después de haber experimentado muchas terapias, que son herramientas que ayudan pero que vos sos tu propio maestro. Yo tengo maestría en el dolor, en esto del cuerpo físico, pero cada uno tiene su maestría en algo.

— ¿Se puede trabajar el dolor?

— El dolor físico sí. Sí. Me pasó y a veces me pasa, son días. Pero yo estoy muy enfocada y alineada en el cuidado de mi físico y de mi mente para sobrellevar esto. Todos estos años de encuentros me ayudan a hoy tener una firmeza con lo que estoy transitando.

— ¿Se puede disminuir el dolor físico que sentís?

— Hay días que siento dolor corporal, sí.

“LE ENCONTRAS OTRO SENTIDO A LA VIDA, MÁS SENTIDO”

— ¿Cuál es la perspectiva? ¿Qué dicen que puede pasar?

— Son todos interrogantes, porque muchas cosas tienen que suceder. Al principio me ponía ansiosa por no saber cómo seguía, cuándo iba a ser, de qué manera. Entonces aprendí a ir desde muy chiquito, al día a día. Qué me voy a regalar a mí, con quién voy a decidir compartir. Le encontrás otro sentido a la vida. Más sentido.

— Con el futuro, vamos viendo?

— Sí. Confiar también. Siempre digo un mantra que es ‘suelto y confío’. Hay un momento en que confiás en la vida.

— Pero se deben plantear algunos escenarios. Me puede pasar esto, o esto otro.

— Sí, encontrar médicos que me han dado información me dio un cierto alivio y una cierta seguridad y firmeza en seguir, en perseverar y en estar así de pie y no decaer. Todos los días me propongo eso.

— ¿Qué hacés cuando estás triste o angustiada?

— Me lo permito.

“POR MUCHO TIEMPO ESCONDÍ LO QUE ME PASABA”

— ¿Elegís transcurrir sola esos momentos?

— A veces sí y a veces no, depende. Creo que venimos de una generación… Por mucho tiempo escondí lo que me pasaba. Siempre tener que estar bien y no darle lugar a esa tristeza o a eso que querés decir y no dijiste. Creo absolutamente que después uno empieza con estos síntomas por no haber expresado. Hoy expreso todo y me permito esos momentos en que si estoy mal, estoy mal, y si tengo que llorar lloro y me descargo con todo. Esa emoción que viene por algún lado hay que descargarla.

— Hace un tiempo leí que querías ser mamá, no sé si sigue presente ese deseo.

— No es algo que tenga hoy en la cabeza. Lo deseé mucho y está ahí una lucecita que quizás pueda ser. Pero hoy tengo que ocuparme de otras cosas.

— ¿Cómo te manejas con el trabajo y la salud? Tenés tres veces por semana durante cuatro horas que hacerte diálisis.

— Sí, este libro fue parte de mi proceso, de encontrar proyectos que estén alineados con lo que soy hoy, con lo que quiero transmitir. Y vienen cosas muy lindas con respecto a eso.

— Hace poco te vi en una plataforma erótica de streaming.

— El año pasado, me lo propusieron y lo acepté. La vida también está para divertirnos. No me aferré a una etiqueta, a un solo rol. Creo que tenemos muchos roles en la vida.

— ¿Lo disfrutaste?

— Sí, casi todo lo que hago a esta altura lo elijo porque lo puedo disfrutar. Si no, no lo haría.

— Lo digo porque tiene relación con el cuerpo, estás mostrando el cuerpo en esta plataforma.

— Yo venía de estar muy en mi casa, como escondida. Había estado en una isla viviendo nueve meses, imaginate. Fue como decir: me pongo linda de nuevo. Eso que a veces necesitamos las mujeres.

— Imagino que debe haber sido distinto, después de los cambios físicos, tomar esa decisión.

— Sí, también. Volver a verme ahí, empoderada. Sé que es una palabra un poco trillada pero sí.

— Hace unos días hablaste en las redes de un posteo donde te criticaron mucho. ¿Qué crees te criticaban?

— Yo creo que los haters también traen luz, porque se ven reflejadas un montón de cosas que suceden. También me quedo con la cantidad de mensajes que recibí. Yo subí un reel a mi Instagram de maquillaje. Y me empezaron a bardear con la cara, con cosas de mi cara. Que la tengo gordita. Que ‘qué le pasó’. Que ‘qué se hizo en la cara’. Que estoy toda operada de la cara. Al otro día a la mañana me levanté, salí al balcón y dije lo que sentí en ese momento.

— Dijiste “no me puse más nada en la cara”.

— Sí, que esta cara es porque tengo 42 años. Porque el tiempo me pasó. Y decía también esta frase: me pasó la vida. Tampoco tengo que dar explicaciones de eso. He sido esclava de eso, como te decía antes. Esclava en el sentido de que de chica una empieza a tocarse. ¿Para qué? Con veintipico de años. Hace años que no lo hago, no puedo atentar contra mi cuerpo, y esas son cosas que para mí te invaden. No es lo natural. Entonces decidí hace años dejar de hacerlo y no creo volver a eso de nuevo.

— Lo tenés asociado a que te intoxicó.

— Y sí. Me empecé a cuidar en muchos aspectos. Porque a veces no sabemos cuidarnos. Es comer, la alimentación que es tan importante y sobre todo cuando atravesás algo de salud. Con quién decidís dar una nota. Con quién decidís que te acompañe. A partir de que me pasó esto, como dice Moria “el decorado no existe”. Te aferrás realmente a las personas que querés, que están ahí, que te sostienen.

— Limpieza, me dijo Tini de Bucourt hace algunas semanas.

— Ay la amo, sí, limpieza. Limpieza en todo sentido. Ese concepto medio minimalista lo empecé a aplicar. Siempre fui medio gitana, de mudarme, dejar cosas. Ya lo tenía en mi esencia y entendí que no necesito muchas cosas. Vos vas a mi placard y tengo muy poco. Mis amigos se sorprenden, piensan que una tiene miles de zapatos y no, ando con muy pocas cosas. Creo que todo lo que tenemos en nuestra casa, a los objetos, hay que darle un sentido, no consumir por consumir, tener por tener. Me mudé muchas veces y fui dejando cosas. Me encanta cada mudanza porque hago una limpieza. Un amigo me prestó su casa y le dije: yo te voy a limpiar. Cuando volvió ya le había tirado todo (risas).

— En relación a la denuncia en la Justicia, ¿está esa etapa terminada? ¿En qué estatus está la demanda a Lotocki?

— Ahora están esperando la sentencia firme. Le dieron cuatro años de prisión. Es polémico, pero también fue un avance y un logro porque en Argentina es muy difícil comprobar la mala praxis. Que lo hayan condenado, aunque siga diciendo que es inocente, fue condenado.

— Hay un montón de casos contra este médico y solamente cuatro años de prisión.

— Sí, solamente cuatro años. Hay muchos casos, no sólo las chicas que denunciamos si no muchas chicas que fui conociendo, que se han contactado conmigo a lo largo de estos años. Prescribió en muchos casos o no se animaron a denunciar por vergüenza, porque la familia no sabía.”

“TODAVÍA SIGUE OPERANDO. ESTÁ CONDENADO Y NO LE HAN SACADO LA LICENCIA TODAVÍA”

— ¿Qué te llevó a hacer la denuncia?

— El hecho de que no opere más. Y todavía sigue operando, es increíble. Está condenado y todavía no le han sacado su licencia. Yo ya hice mi parte y creo en eso. Creo que todos nuestros actos tienen sus consecuencias así que él tendrá las suyas.

— ¿Qué hiciste con la bronca que te provoca que te haya pasado eso lo que pasó? No está en los planes cruzarse con un médico que es un delincuente.

— Te hablaba antes de no expresar o guardártelo. En ese momento sentí que tenía que seguir y hubo muchas cosas que no me permití. Tienen que ver con esa bronca, con esa frustración. Pasé por muchos estadíos. El daño ya estaba hecho. Yo hablaba con otras chicas, otras víctimas que estaban con un odio. No es parte de mi esencia. Creo que todo pasa por algo, el aprendizaje que yo tenía que transitar en esta vida pasa por eso, encontrar un propósito. Cuando nos pasa lo que nos pasa, qué hacemos con eso.

— ¿Siempre fuiste así?

— ¿Cómo?

— Tan paciente.

— No. (Risas) Definitivamente no. Fui muy inconsciente en muchas cosas. Después empecé a buscar esa armonía, empecé a elegir cosas que me den paz.

“NUNCA SABÉS SI PUEDE SER PEOR”

— Decís que estás centrada en el día a día, en el ahora. ¿Tenés fantasía de un momento ideal, donde imagines que todo va a estar bien?

— No. Yo agradezco todos los días en el estadío que estoy. Porque nunca sabés si puede ser peor. Y eso va para todos, estamos acostumbrados a no valorar ciertas cosas de lo cotidiano, es un ejercicio para hacer porque nunca sabemos cuánto vamos a estar. Y ese es mi pensamiento, mi filosofía todos los días. Tengo sueños y eso es lo que me mantiene de pie, los sueños. Querer vivir. Querer seguir adelante. Pongo metas cortas.

— ¿Cuáles son las metas?

— Metas cortas. Seguir en este camino de alineación con lo que tengo que hacer. Lo mejor que puedo, en el sentido del cuidado, es buscar los mejores médicos, los mejores tratamientos. Con este libro quise compartir mis experiencias y si el mensaje le llega aunque sea a una persona me doy por hecha. Cuando la gente lee el libro, vos lo leíste, es una lectura fácil y te interpela en todos los sentidos. Me devolvieron que se sintieron identificados o identificadas.

— Hay que pagar las cuentas. ¿Cómo se hace en estos momentos que no tenés todo el tiempo del mundo?

— Yo soy una persona abundante. Me considero abundante. Porque pienso. No pienso en lo que me va a faltar. Siempre sé que voy a estar bien, que las cosas llegan. Y así fue toda mi vida. Siempre el tema del dinero no fue un problema o una preocupación. Trabajé 20 años en los medios y viví muchísimas cosas lindas. A toda esa gente está bueno comunicar, usar eso para un bien. Hoy elijo qué comunicar.

“YO ELEGÍ NO QUEDARME EN UN LUGAR DE VÍCTIMA”

— Solemos hacernos problema por cosas menores.

— Sí, lo veo mucho en mi gente cercana. Trato que agradezcan y que valoren lo que tienen en su vida que es un montón. A mí me ocupa hoy el problema de salud, pero yo no soy sólo el problema de salud, o sea. Entonces yo elegí no quedarme en un lugar de víctima, de por qué a mí, o pobre Sil. No, yo me pongo en otro lugar y eso me da mucha satisfacción. Podría haber pasado que me deprima, son muchas cosas, es muy abrumador. Si no tenés la mente trabajada te pasa por arriba.

— ¿Qué es lo más duro?

— Tener que ir a diálisis, que ocupa mucho tiempo. Y todo esto que uno no sabe cómo va a ser. Hay un montón de cosas que todavía quedan por resolver.

— O sea que lo duro es la incertidumbre. El no saber cómo sigue.

— Yo creo que sí, eso. Y también que no sea un monotema, que no venga a poner gris toda tu vida. Ahí es cuando tienen que estar tus amigos, alentándote y sacándote de ese lugar.

— No grises sino verdes.

— Y no grises, verdes (risas). Antes me vestía toda de blanco, negro, gris. Te juro, eran mis colores preferidos. Ahora me estoy animando a usar colores. La esperanza justo, verde. No me había dado cuenta.

— Gracias por el libro y la entrevista.

— De nada. Gracias María.


María Laura Santillán.

Por Prensa Pura Digital

DIARIO DE VILLA LA ANGOSTURA Y REGIÓN DE LOS LAGOS. NEUQUÉN.

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